* La sonrisa fácil, la alegría de rodearme de mucha gente y el disfrute de estar sólos frente al televisor.
* La pasión por el fútbol, los cómics y las viejas películas del lejano oeste.
* El carácter arrebatado, la necesidad de demostrar los sentimientos, el abrazo siempre dispuesto y el beso sin rodeos.
* Esa necesidad de vivir el amor día a día y de una forma apabullante y un tanto desbordada para los demás. Y la seguridad de saber que es posible.
De él aprendí:
* Que nunca es tarde para cambiar, ni para pedir perdón.
* Que se es más feliz disfrutando lo que se tiene que deseando tener siempre más.
* Que mas valen unas buenas vacaciones que una cuenta en un banco.
* Que siempre es necesario, y no digo bueno... digo necesario, decir te quiero, sos muy importante para mí, me haces feliz.
* A vivir con dignidad.
* A luchar por los sueños.
* Que las ideologías son tan necesarias como los sueños, pero que al igual que ellos cuesta mantenerlas en un mundo que cada vez los desprecia mas.
* Que mas vale ser buena gente que licenciado.
* Que el amor es el boomerang más efectivo.
Con él descubrí:
* Que la muerte es un gran agujero negro en el alma de los que quedamos, y que nunca es justa ni oportuna. Más bien es una tremenda putada sin sentido.
Viejo, dónde estés (y aunque sé que no te gusta) hoy también te lloré y te eché tanto de menos como el primer día, hace 19 años.
Me siguen haciendo falta tus abrazos, tus piernas fuertes para sentarme en ellas y tus ojos que no sabían de disimulos conmigo.
Feliz día, papá.
Te amo. Y sigo siendo tu pequeña princesa en mis sueños.
Pd. como no estuve en esa fecha, y tras mi tradicional exorcismo piromaníaco del pasado que no debe ni merece recordarse, he decidido rescatar viejos escritos que sí son fundamentales e imposibles de destruir. Hoy recupero este, en memoria del hombre más importante de mi vida: mi viejo.
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