Mafalda me acompaña desde que tengo memoria... aunque a decir verdad mi primer recuerdo es en el primer y único viaje que hice a las Cataratas, ya ni sé cuantos años tenía, pero era muy pequeña; aunque no tanto como para olvidar la tristeza de esa primer Mafalda robada de la habitación de un hotel en Misiones.
Después vino la locura adolescente de asesinar tijera en mano la colección completa para forrar las carpetas del secundario; imperdonable error del que aún no logro hacerme responsable... debe haber sido mi otro yo, seguramente.
Y hoy, después de tantos años y cientos de veces de haberla tenido en las manos sin poder comprarla a causa de la gran cantidad de enanos y responsabilidades que poblaron mis días; regresa a mí en forma de regalo. Dulce regalo que me dibujó la más enorme de las sonrisas y me llenó por dentro de esa tibieza de saberse en un lugar seguro, esa calidez que los lectores conocemos entre las páginas de los libros que amamos.
¡Gracias hermano! con esto pagaste las miles de peleas de chicos y los momentos más cabrones que pudo haber entre nosotros ;)
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