Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres
sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
seguro sin seguro
te dejo frente al mar
descifrándote a solas
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía
pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono
estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos
estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra
estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen
y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
Mario Benedetti - 1920-2009
En esta noche el silencio es profundo, intenso y doloroso; es el silencio mismo del luto, del poeta callado, del lejano amor -desconocido y certero- que se ha ido. Es un silencio que llega desde tu paisito, con olor a naranjas y puentes y ríos.
El silencio de este luto que al llegar arrasa con todo y me deja sin palabras... porque todas las palabras eran tuyas, como de tantos otros que ya no están; y paradójicamente eso es lo que nos dejas: palabras; un sinfín de palabras escritas como pocos supieron escribirlas. Palabras hechas mías, leídas en incontables noches, compartidas y escondidas. Palabras de poeta, de loco, de sabio, de viejo, de amigo.
Sin embargo en esta noche hasta las palabras carecen del sentido y del peso que debieran tener, y no hay forma de decir cuánto duele la pérdida de alguien tan querido.
Dulces sueños, viejo poeta; descanse en paz, Don Mario.
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