Me niego a ilustrar este post con la imagen de Mariano agonizando, eso no quiero ni verlo aunque ya se que los medios cipayos y destituyentes han regado de fotos y videos todos los pasquines y pantallas; me niego a recordar a un compañero desconocido-conocido de esa manera inmerecida.
Me niego por varios motivos.
Principalmente porque pensar que mataron a un pibe de 23 años es, automática e inconscientemente pensar en mis propios pibes que rozan esa edad y que también tienen sueños, utopías y ganas de luchar por un proyecto de país para todos. Superada esa primer imagen individual y un tanto auto-identificatoria, pienso en los sueños propios de Mariano, en su historia: militante desde los 13 años, luchador incansable, estudiante, trabajador, músico, amante de la literatura, la política, la familia, los amigos... la vida. Un pibe como tantos y a su vez como pocos, un pibe comprometido... un militante social.
Me niego porque Mariano estuvo en varias marchas y reclamos, poniendo el pecho y las ganas para que dejen de avasallar a los que menos tienen y para que ese país que tantos soñamos sea posible, porque él mismo marchó por Maxi y Darío, porque no quiero imaginarlo de otra manera que no sea así, tal como él era y vivía: reclamando por la vida, luchando por la vida, resistiendo por la vida.
Me niego porque mostrar su agonía es como darle entidad a los hijos de puta que para cumplir con sus objetivos políticos necesitaban un muerto y lo encontraron en él. Porque además son los mismos de siempre, con los mismos métodos asesinos y las mismas metas mafiosas; los que mataron a tantos como si eso fuera parte de la verdadera política, un simple método de desestabilización. Arrancar vidas jóvenes como si fuera tan poca cosa.
Me niego porque entiendo que Aníbal o la misma Presidenta no puedan decir nombres, pero yo sí puedo decir que esto es otra vez un acto en el que se ve a la legua la mano de Duhalde y sus patotas nefastas. Es otra vez la garra miserable del neoliberalismo y el fachismo más perverso intentando demonizar la lucha de los trabajores, a los militantes, al propio gobierno y al fin de cuentas a este proyecto por el que tanto se ha hecho y se ha dejado en el camino.
Pero me niego, por sobre todas las cosas, porque se trata de una vida joven que se arrancó para siempre de la manera más vil y repugnante. Y porque aunque sabemos que detrás de todo esto hay muchos intereses políticos y no los podemos negar ni callar, este es el momento de luto y silencio que toda víctima y sus familiares y amigos merecen.
Además, porque prefiero recordar a este compañero desconocido, pero conocido en el rostro de tantos de mis propios compañeros, así como se lo ve en la foto: vivo, laburando, con una sonrisa, con alegría, lleno de fuerzas y de ganas... ¡militando!
¡JUSTICIA POR MARIANO!
¡CÁRCEL A LOS AUTORES MATERIALES E INTELECTUALES DE SU CRIMEN!
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