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sábado, 14 de agosto de 2010

Ser una bloguera K en los tiempos de la Real Malicia


"La manifestación más espantosa de la violencia
es que al individuo se le destruya su “conciencia de verdad”,
de modo que no pueda estar en condiciones de saber
qué es lo cierto y qué no lo es,
quitando de este modo al ser humano su condición de tal."
Cristina Rosolio

Hace apenas un día, en sus dos ediciones: virtual e impresa, el diario La Nación publicó una nota de su columnista Carlos Reymundo Roberts, titulada "El sueño de mi vida: ser un bloggero K"; y que según mi humilde entender, además de falaz, hipócrita y carente de sustento como investigación periodística (en realidad se trata de un compendio de argumentos sin el más mínimo nivel profesional), se puede encuadrar dentro de lo que nuestra legislación debería condenar como de “Real Malicia.”

Carlos Reymundo Roberts es un triste comunicador del establishment al servicio del poder económico, al que nunca va a juzgar y a sancionar, para seguir seduciéndolo. Aunque, como bien le escriben en más de un comentario sobre dicho artículo, ha perdido una gran oportunidad de demostrar que puede ser algo más que ese patético obsecuente del poder corporativo que mes a mes alimenta sus bolsillos y su ego de escriba sin principios. Carlos Reymundo Roberts podría haber investigado con seriedad a los blogueros que menciona en su nota, ya que un alto porcentaje de los que escribimos en estos blogs, quienes -según sus irracionales difamaciones seríamos sostenidos económicamente por el gobierno nacional- firmamos con nombres y apellidos perfectamente visibles, cuentas de correo también visibles y una inmensa mayoría incluso mostramos nuestros verdaderos rostros en fotografías y videos.

Y todo esto ocurre porque para un ser tan insignificante es más fácil incurrir en la Real Malicia que hacer algo que sí hacemos aquellos a los que oprobiosamente señala: investigar, invertir tiempo y esfuerzo, enfrentar las realidades, desenmascarar los engaños. Sin dudas ese trabajo es un territorio inexplorado para quien no conoce de ideales ni luchas, sin que medie una grata remuneración por ello. Para Carlos Reymundo Roberts es mucho más sencillo garabatear un panfleto que lo aleja escandalosamente de la verdadera profesión de periodista, repitiendo la fórmula que encontrará consentimiento en las mentes retrógradas y materialistas de quienes a él sí, le pagan por hacerlo.

Y virtualmente incrimino con total fundamento a este hombrecito de incurrir en Real Malicia porque:

. Nos acusa de no dar argumentos en nuestra defensa al gobierno nacional, pero no expone siquiera un ejemplo de esto. Cuando, tanto él como todos los otros títeres del establishment mediático, saben perfectamente que lo que los asusta de nuestro movimiento bloguero son nuestros argumentos y nuestra creatividad a la hora de mostrar sus canalladas y mentiras, esas que por años los poderosos de turno se encargaron de ocultar, por temor al verdadero poder que hay detrás de la mal llamada "prensa independiente".

. Nos atribuye cobrar suculentos sueldos directamente enviados de la Casa Rosada -aunque de esto jamás haya podido encontrar una sola prueba, porque el hecho es inexistente- haciendo quizás una transferencia de sus propias conductas, porque esa “prensa independiente” sí que conoce de dineros turbios que van y vienen, que hasta la vida de inocentes pueden haber llegado a costar, según nos estamos enterando últimamente. Este hombrecito sabe que lo que escribió es una gran mentira que obedece a la estrategia de una línea editorial. Y porque lo sabe, lo acuso de Real Malicia. Sabe que cuando hay ideología y pasión, las personas sacrificamos incluso lo poco que tenemos por defender nuestros ideales. Él y sus jefes lo saben y temen. Temen a un grupo de hombres y mujeres que, en más de un caso no llegan a fin de mes, pero están dispuestos a seguir dando de su tiempo y de sus recursos para que este proyecto de país por el que han apostado todas sus esperanzas, siga adelante. Lo saben, por eso mienten.

Ese ocultamiento de la verdad, esa ausencia de investigación, esa falsedad repetida en un medio de llegada masiva: eso es Real Malicia. O sea: tienen conocimiento de que escriben falacias, calumnias e injurias; pero continúan haciéndolo. Y si algo no me puede negar el hombrecito de la foto con su cara de comercial de pasta de dientes, es de su conocimiento de estar cometiendo todas estas maldades a cambio de un sueldo que, al menos yo y todos los blogueros que conozco, no recibimos. Ni recibiríamos. Porque esto es pura militancia, y la militancia es así de pura.

Por eso, una vez más me pregunto, ¿qué es lo que tanto temor despierta en esta suerte de escribidores mediocres y sin capacidad de reflexión, que los hace arremeter con tanta crudeza contra un blanco tan pequeño como es el grupo de blogueros? Somos apenas un puñado de militantes que defendemos el modelo propuesto por el Gobierno Nacional, ¡nada en comparación con el monstruo que los maneja y al que responden con reverencias vomitivas! ¿Será que conocen la historia del pequeño David, aquel que derrotó al gigante con tan sólo una certera piedra asestada en el lugar correcto?

De ser así, su nota, muy lejos de inmovilizarme o silenciarme, hace que llene mis bolsillos con más piedritas que seguiré arrojando al ojo del gigante. Porque si algo hay en mí que no tendrán forma de quitarme los Carlos Reymundo Roberts de este mundo, son las utopías. Por cada una de ellas es que sigo creyendo en que, como un verdadero ejército de niños y gracias a nuestras piedritas certeras, veremos caer al gigante que ruge lleno de furia frente a nuestras caras, pero que ya no logra amedrentarnos.

Y sobre todo porque, como buena bloguera K, sigo las huellas de quién no hace mucho tiempo dijo:

“Aún a costa, muchas veces, de soportar cuestiones que tienen que ver con mentiras o cuestiones que no son ciertas, yo prefiero mil millones de mentiras antes que ser la responsable de haber cerrado la boca de alguien.”
Cristina Fernández de Kirchner

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