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martes, 30 de junio de 2009

Imposible mantenerse en la tristeza

No voy a negar lo innegable, estuve horriblemente triste y con una bronca plagada de impotencia que no podía sacarme de encima. Se me partió el corazón viendo por tv a Néstor asumiendo la derrota en plena madrugada y a los pibes haciendo el aguante, para que después (según me cuentan) el hueco de Tinelli se burle de ellos.

Me indigné casi en un acto masoquista escuchando a los que hablan pero no dicen nada, los que "ganaron", esos que tienen las billeteras llenas pero los discursos vacíos e inconsistentes como sus cabezas. Los escuché hasta el hartazgo y el asco, a pesar de la papa en la boca y la nada misma de su retórica; llegué al máximo de mi resistencia ante el discurso soberbio y la mueca de payaso de la apocalíptica que siempre resucita a costa de los otros... y encima se da el lujo de hablar de "muertos políticos", justo ella que ya hace rato que larga olor.

Todo eso hice, aunque parezca un autoflagelo. También los leí a todos los que estaban igual que yo, contesté mails, reenvié otros. Por falta de tiempo no publiqué la nota de Reuters donde dice quienes ganaron realmente esta batalla, pero la envié a MP que sí lo hizo y lo agradezco.

Y después se hicieron las 5 de la tarde, y apareció ella: enorme, poniendo lo que hay que poner en momentos así, espantando la tristeza, dando cátedra como siempre. Demostrando que del otro lado puede haber plata, multimedios, herencias de papá, pero que ni uno solo de todos ellos le llega a la altura de los talones. Hablando de números, de gobernabilidad, de proyectos, de un país en serio, de política verdadera. Plantándose, como solo ella sabe, ante los gorilas, los traidores, los inescrupulosos, los obsecuentes del poder mediático; y dejándolos a la altura de lo que son: una manada de borregos a la que otros llevan de las narices.

En ese momento se me fue al carajo la tristeza. No tengo derecho a mantenerme en esa postura cuando una Presidenta de ese calibre sale y le pone el pecho a la batalla. No tenemos derecho. Después de ese discurso no nos queda otra que secarnos los mocos y salir a dar pelea una vez más. Todavía tenemos tiempo y adelante nuestro camina una mujer con todas las letras, una mujer con ideales claros y pensamientos concretos sobre cómo se saca un país adelante. Una Presidenta que REALMENTE tiene un plan, un verdadero plan de gobierno al que cada día adhiero más.

Si la escuchaste...¡no podés quedarte en la tristeza ni en la rabia! Del otro lado no hay nada: ni ideas, ni ideales, ni discursos, ni proyectos, ni planes, ni militancia. Del otro lado lo único que hay es plata heredada, vagos con ínfulas de poder, militantes de shopping. De este lado hay ideología, militancia verdadera, proyectos de un país para todos, planes de redistribución e igualdad, pasión política, mucha memoria, reivindicaciones y, sobre todo, mucho por hacer todavía.

Por todo eso, no podemos bajar los brazos. La defensa de los grandes ideales nunca viene acompañada de una promesa de triunfo asegurado; en cambio lo que sí es seguro para los que defendemos esos ideales es la recompensa de mantener siempre intacta nuestra dignidad. Y eso no es poca cosa en los tiempos que corren.

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