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martes, 18 de agosto de 2009

La maldad de los miserables


Hoy es un día triste, por varios motivos, pero sobre todo por la noticia que recibí a media mañana. Dicen que un flaco alto, de cabello corto y campera oscura entró al CCCEJ, cerca de la una de la mañana, y quemó todo.

Y cuando digo todo, lo digo en forma literal. No quedó nada. El fuego arrasó con libros y bibliotecas, el tele y el dvd que tenían apenas unos meses, el equipito de música que se compró hace mucho menos, el freezer, el escenario, el entretecho y el techo, las fotos y los murales... no quedó nada.

La tristeza es inevitable, la bronca también. El desconcierto que siempre nos encuentra incrédulos ante tanta maldad inexplicable. ¿Qué pedazo de miserable puede prender fuego sobre los libros y los dibujos de los pibes? ¿Quién puede querer que desaparezca un Centro Cultural que alberga y ayuda a tantos chicos que no tienen mucho más que eso? ¿Con qué manos sucias se destruye una Biblioteca Popular? ¿En qué cabeza se puede planear acabar con un espacio donde la música, la solidaridad, la amistad y tantas cosas buenas se daban cita para intentar que esta ciudad sea un poquito mejor cada día?

No tengo respuestas, más bien tengo rabia. Hoy miramos y no vemos nada, nos decimos unos a otros por teléfono: "no quedó nada". Pero no es cierto. Quedamos nosotros, quedaron las ganas, quedaron nuestras manos limpias y los sueños y los pibes. Se llevaron cosas que costaron, es cierto. Quemaron cosas que queríamos y nos gustaban. Pero no por eso terminaron con las ideas de quienes ahí adentro luchan codo a codo para darle pelea a los miserables capaces de prender fuego lugares como ese.

Hicieron un poco de daño es verdad, pero no terminaron con aquello a lo que más le temen: las ideas y los sueños. Contra eso nunca podrán.

Desde este rincón un abrazo inmenso al Pala, Andrea, Ana y todos los son parte del Centro Cultural CEJ. Y nuestro más ferviente reclamo por justicia; para que este incendio, absolutamente intencional, no quede como tantos otros delitos en el cajón de alguna comisaría.

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